Sudor en tu frente...
arden tus huevos...
y las máquinas o maquinitas
siguen sin alarmarse,
sin alarmarte.
Dispones
de 168 h semanales
para reseñarte...
y otras tantas al mes
para despejar
cualquier réquiem del entorno.
Pingonea...
desafía recursos,
señala con el dedo si hace falta...
los piltrafas ya no quieren
saber que lo han sido.
Enloquecer nunca fue minúsculo
si sólo bebes solo
en tus cataratas sin perspectiva...
aunque tragar por tragar
pueda parecer un ejercicio autorizado.
¿A quién le importa
si los sobacos de tus héroes
huelen a muerto?
No puedes,
no debes... NO te conviene...
rascarte la cabeza si no te pica.
Pésate a diario
si eso engorda tu sonrisa...
pero los pies
que no se besan con la boca
andan más quilómetros.
Si te han prohibido lo que haces
tal vez ya perteneces al mundo,
al recinto vallado
donde sólo tú pones electricidad.
Pero ¡OJO!,
los gilipollas nunca callan
cuando les protegen
(incluso si no les protegen,
pero esos ya son MUY gilipollas)
pero ahora,
antes,
después...
el silencio nunca
te atará los cordones.
11
de septiembre
de 2009,
dsbrdr.
(incluido originalmente
en ALQUILÉ MI VEJIGA AL INSOMNIO,
autoeditado en enero de 2011)