domingo, 16 de abril de 2017

UN MIÉRCOLES SUSPENDIÉNDOSE POR SUS VENAS

había pillado 
la aguja pelusilla 
durante la tercera 
canción del disco, 
festiva, con gancho, redonda. 
sonó la cuarta 
(Watching Alice) 
y él puso dedos de ambas manos 
entre lamas y una viga 
(los pulgares no) 
y la mitad delantera 
de ambos pies 
sobre tejas del vierteaguas. 

la perspectiva 
que ganó peligrando 
ante la barandilla 
del balconcillo 
del cuarto piso, escuchando 
esa cuarta canción, 
cupo en temblores, 
temores y hedores, 
muy suyos todos. 

lloriqueó sordamente 
doblegando su columna, quieto 
entre las lamas y el vierteaguas. 

por la calle pasaba 
gente sin tiempo 
para recomendarle no tirarse. 

se secó los mofletes. 
"menudo aprendiz de suicida", pensó. 

pese a la pelusilla sonaba 
limpia la voz de Nick Cave, 
la armónica, el bajo, todo. 

volvió al comedor 
y cuidadosamente la quitó 
de la aguja pero no del vinilo. 

"una actitud chorra, 
de debilucho, 
¿eso soy?", eso pensó. 
se remangó una manga. 
se acarició el cuello. 
miró las venas verdosas 
de su muñeca derecha. 
miró el abrecartas gris 
en medio de la mesa negra 
rectangular, llamativo. 

volvió a poner Watching Alice. 
volvió a llegarle el piano. 

"¿este reposo 
endurece mi ternura o 
enternece mi dureza?", 
se preguntó. 
se lió un cigarrito fino 
sin filtro. 
se lo fumó de pie, fijándose 
en grietas en la fachada 
de un joven edificio gris. 
se acercó al tocadiscos 
con el abrecartas en una mano 
y una colilla en la otra. 

eran las 16,03 de un miércoles 
suspendiéndose por sus venas. 


16 
de marzo 
de 2016, 
dsbrdr. 


(originalmente incluido 
en LO NORMAL SALE SANGRANTE, 
autoeditado en septiembre de 2016)