domingo, 8 de enero de 2017

UN ESCRITOR, SU COLEGA Y EL LEGI

en general su colega
estaba pasándolo mal
cunado no iba de una cosa
u otra pasao, sin guita o
con poco del paro,
quedándose preocupantemente
seco, apenas viendo a su hijo y
no contando los quintos
que llevaba pero sí
chistes o canturreando
en la terraza
de la hamburguesería
del gran capullo peruano.

me dio por regalarle poemas
entre tragos y caladas;
era mi modo de ahorrarle
compartir penas conmigo
y solía funcionar.
los aceptaba.
los leía al momento,
le gustaban (o eso decía) y
se los quedaba
a cambio de nada (nada
excepto pillarme confianza).
cuando empezó a venderme
matuja partí peras
con un quinqui pinche tonel
del hospital que quiso
chulearme con la cantidad.

ansiando evasión
le llamé una noche:
- ¿la tienes ya o no, coño?
- que sí, que sí, pero has de co...
- 20, eh, 20 te pedí, no me jo...
- ya, que ya; tú ven, que quiero pre...
- voy, vale, estoy de camino.

colgué,
conduje,
aparqué y
cuando nos vimos me dijo
que quería presentarme
a un muy colega suyo
escritor que cantaba
bien según él letras
propias y de otros.
le di uno azul,
él a mí una bolsita y
esperé que no me fallara
con la relación
cantidad-calidad-precio.
llegó el escritor
(presentándose más como
cantautor), pedimos
más quintos, fumamos,
cascamos, reímos y
el escritor me dijo
que algo que hacía era
recopilar frases especiales
de gente normal de la calle.
luego las cantaba por ahí.
lo que se me ocurrió fue:
"mejor es saber mejor que más".
el tío fue a la barra
a por una servilleta
y lo apuntó.
no me pareció especial
la frase ni que la apuntara.
en momentos como ése era
cuando el legi(onario)
se dejaba ver para joder
el ambiente, paposo,
increpante, desafiante,
musculoso, tatuado, echado
por su mujer de casa.
el peruano se negaba
a servirle cerveza al legi.
al legi se le daba bien
hacer enemigos creyéndose
auténtico, sacando pecho
ante cualquier pringao.
insistía en hacerte fotos
con su boina de legi o
en comprar entre todos unas litronas.
al legi se l' entendía
mal lo que decía y nadie
pagaba por litronas para él.
al legi lo querían perder
todos mis nervios de vista.
aunque eso pasó,
la bolsita
del colega
del escritor
una noche estaba menos llena
y el gran capullo peruano
se cansó del barrio y abrió
su grasiento negocio
en otro sitio al que no fui.


13
de julio
de 2015,
dsbrdr.


(incluido originalmente
en CIERTO VERDOR, 
autoeditado en octubre de 2015)