vegeto al sol sobre
el butacón del balcón,
a la misma altura
que pican obreros
enfrente la fachada
(mientras chicas
piropeadas y no
piropeadas
muchos andamios abajo
se les van, penden
de otras redes
con otros cotizados
calores interiores).
afrontaríamos mejor
tener y no tener
quehaceres
si lejos de ellos
todos los daños usuales
nos dijeran dónde meternos
las paces pactadas o
la llamada del hórror vacui.
boñigos sorteados y
boñigos sorteando boñigos
por ahí están, pareciéndose,
buscando bases
para no desaparecer,
para mutar dignamente.
lo que somos está
peligrosamente mezclado,
compuesto entre
lo que fueron
quienes nos criaron y
lo que nos va quedando
mientras ocupamos aireándonos
un sitio más soleado
que el del vecino
en el fondo muy cabrón.
5
de junio
de 2016,
dsbrdr.
(originalmente incluido
en LO NORMAL SALE SANGRANTE,
autoeditado en septiembre de 2016)